viernes, 8 de junio de 2018

dueles y acepto tu rabia.




He escrito mil y un versos sobre mis cicatrices
y, a pesar de todo,
aún dueles.

Aún duelen las palabras,
que ya no recuerdo;
aún duelen tus caricias,
que ya no siento.
Por doler, duele incluso tu mirada,
cubierta por una venda.

Por doler, dolerme, no,
no duele tu recuerdo,
pero sí duele tu reverberación.

Duele tu odio,
me quema tu rabia sobre mi piel;
me duele tu desprecio
porque, joder, importas,
pero me dueles.

Y abrazaría todo tu dolor,
toda tu rabia, todo tu pesar
para que tú, porque te quise,
estés bien. 

(Te quiero.)

Y no entiendo estos sentimientos,
esta rabia, este pesar, esta ira,
que ciega mi amor, mi luz, mi verdad,
no entiendo esta furia rabiosa,
como un lobo sin luna
que, por temer al dolor,
perdió su amor.

Cuesta.
Cuesta aceptar el pasado,
las cicatrices, cuesta decir un son bonitas,
un las quiero, a pesar de todo.
Cuesta, el quererte a pesar del dolor.

Pero, joder, es precioso lanzarse miradas en espejos,
sentirte jodidamente bonita, sentirte
libre,
feroz,
aullando por los grilletes,
los cuáles rompiste a base de mordiscos.

Entiendo tu odio.
Lo acepto.
Entiendo mi rabia.
La acepto.

Y vuelve la calma,
el arrullo,
el manantial de agua.

(Vuelve la ilusión.)

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